lunes, 24 de agosto de 2015

¿Quién fué Paulo Freire?

Paulo Reglus Neves Freire, conocido sólo como Paulo Freire, nació el 19 de septiembre de 1921, en Pernambuco, Brasil.

Sus padres fueron: Joaquim Temístocles Freire y Edeltrudes Neves Freire y fue el menor de cuatro hermanos.

Su madre escribió: "Paulo nació un lunes de tristeza y aflicciones, pues su Papá estaba muy mal, sin esperanzas de restablecerse, Paulito casi sería huérfano al nacer; sin embargo, el buen Jesús lo liberó de esa desdicha, le dio de regalo la restitución de la salud de su Papá." Murió cuando Freire tenía 13 años.

En Joboatao, cerca de Pernambuco, estudió la primaria; hizo el primer año de secundaria en el colegio 14 de Julio; después logra ingresar al Colegio Oswaldo Cruz, en Recife, propiedad de Aluízio Pessoa de Araujo, padre de quien sería su segunda esposa Ana María Araujo Freire, su ahora viuda, ahí completó los siete años de estudios secundarios e ingresó a los 22 años a la Facultad de Derecho de Recife. Antes de terminar sus estudios universitarios se casó, en 1944, con la maestra de Primaria Elza María Costa Oliveira, con quien tuvo cinco hijos, quedando viudo en el año de 1986.

De 1969 a 1979 vivió en Cambridge, Massachussets, dando clases, como profesor invitado. Enseguida, se mudó para Ginebra para ser Consultor Especial del Departamento de Educación del Consejo mundial de Iglesias, a cuyo servicio peregrinó por África, Asia, Oceanía y América, con excepción de Brasil.

El 1 de enero de 1989 fue nombrado secretario de educación de Sao Paulo, dejando el cargo el 27 de mayo de 1991.

Después de recibir infinidad de reconocimientos, plasma su pensamiento en varios libros, entre ellos: Pedagogía del oprimido, Educación como práctica de la libertad, Pedagogía de la esperanza, Cartas a quien pretende enseñar, Cartas a Cristina, etc.

Orgulloso y feliz, modesto y consciente de su posición en el mundo, Paulo Freire vive su vida con fe, con humildad y alegría.

El día 2 de mayo de 1997 muere en Brasil Paulo Freire, a los 75 años de edad, de un infarto al miocardio.

A partir de ese momento, la labor pedagógica de este educador provocó el estudio, adaptación y realización de este Proyecto de Escuela. El Centro Educativo Freire, se coloca como la primera y única escuela en México que adopta la ideología Freireana.

Resumen Capítulo I y II La Pedagogía del Oprimido

RESUMEN

Paulo Freire fue un educador Brasileño y un influyente teórico de la educación, su pensamiento se basa en una pedagogía en que la praxis humana, entendida como la acción y reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo, es el instrumento principal para ejercer la práctica de la libertad, en las sociedades que establecen su estructura en la dominación de las conciencias la pedagogía dominante, es la de las clases dominantes, en esas sociedades, la educación como práctica de la libertad, postula necesariamente una pedagogía del oprimido, no pedagogía para él, sino de él, el sujeto debe construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir cotidiano. Los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el mundo en que vive, pero no para adaptarse a él.
Para que el oprimido logre liberarse debe hacerlo el mismo, él es sujeto que se debe configurar responsablemente, la práctica de la libertad, encontrará su fundamentos en una nueva pedagogía en que el oprimido esté en condiciones de descubrirse reflexivamente como sujeto de su propio destino histórico, esa pedagogía deberá estar sustentada en la vida de las subcultura de los proletarios y marginales y su causa principal será un continuo retornar reflexivo, es decir creación y recreación a través del método y la práctica de la libertad, esta pedagogía del oprimido será a su vez liberadora del oprimido y del opresor, el educador practicante de esta pedagogía deberá inventar sus técnicas y con ellas redescubrir el proceso mediante el cual la vida se hace historia, éste debería ser el verdadero sentido de la alfabetización, que el alfabetizando aprenda a escribir su vida, como autor y testigo de su historia.
La pedagogía de Paulo Freire, como método de alfabetización utiliza técnica que señalan el sentido y el alcance de su humanismo, alfabetizar es concienciar, un mínimo de palabras con una máxima polivalencia fonémica, es el punto de partida para la conquista del universo vocabular, estas palabras propias del alfabetizando, una vez transformadas por su sentido crítico, retornan a él, como una acción transformadora del mundo, estas palabras son llamadas generadoras, porque propician la formación de otras; de esta manera el alfabetizando logra ver su experiencia a distancia, es capaz de admirar y en ese preciso instante comienza a descodificar, la descodificación es análisis y consecuencia de reconstitución de la situación vivida, reflejo, reflexión y apertura de las posibilidades concretas de pasar más allá, la comprensión. La conciencia pasa a escuchar los llamados que la convocan siempre más allá de sus límites, se vuelve crítica.
El alfabetizando se reencuentra con él, encontrándose con los otros y en los otros, compañeros de su pequeño círculo de su cultura, se encuentran y reencuentran todos en el mismo mundo común y de las conciencia de las intenciones que los objetivan, surge la comunicación y el diálogo que critica y promueve a los participantes del círculo, en el círculo de cultura no se enseña, se aprende con reciprocidad de conciencia, no hay profesor, sino un coordinador que tiene por función, dar las informaciones solicitadas por los respectivos participantes y propiciar condiciones favorables a la dinámica del grupo, reduciendo al mínimo, su intervención directa en el curso del diálogo.
Pensar el mundo es juzgarlo, la experiencia de los grupos culturales muestra que el alfabetizando, no solo copia palabras al comenzar a escribir libremente, más bien, expresa juicios. Al escribir, el alfabetizando va asumiendo gradualmente la conciencia de testigo de una historia en la que él es autor, en la medida en que el la percibe como testigo de esta historia, su conciencia se hace deliberadamente más responsable, el método de Paulo Freire coloca al alfabetizando en condiciones de poder trazar críticamente sus propias palabras para que cuando se presente la oportunidad, pueda saber y decir su palabras.
Paulo Freire no inventó al hombre, solo piensa y practica un método pedagógico que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse mientras lo asume reflexivamente. El propio proceso en el que él va redescubriéndose, manifestándose y configurando el método de concienciación, sin embargo nadie cobra conciencia separadamente de los demás, si así fuera y cada conciencia tuviera su mundo, las conciencias se ubicarían en mundos diferentes y separados, lo mismo que si fueran nómadas incomunicables; las conciencias no son comunicantes porque se comunican; al contrario, se comunican porque son comunicantes, el dialogo es relacional y en el nadie tiene la iniciativa absoluta, los dialogantes, admiran un mismo mundo, del él se apartan y con el coinciden en el que se ponen y se oponen.
A través del diálogo la conciencia adquiere existencia y busca planificarse. El diálogo no es proceso histórico, sino la propia historización, la conciencia restituida a través del diálogo se abre para la práctica de la libertad. Un proyecto de humanización va adquiriendo traslucidez.
El método de concienciación de Paulo Freire no pretende ser un método de enseñanza sino de aprendizaje, con él, el hombre no crea su posibilidad de ser libre, sino aprende ahora a ser efectiva y ejercerla. A los que construyen juntos el mundo humano, compete asumir la responsabilidad de darle dirección, decir su palabra equivale asumir conscientemente como trabajador, la función de sujeto de su historia en colaboración con los demás trabajadores, el pueblo; al pueblo le corresponde decir la palabra de mando en el proceso histórico cultural, si la dirección de tal proceso ya es política, entonces concientizar es politizar y su cultura popular se traduce por la política cultural; no hay cultura de pueblo sin política de pueblo.
El método de Paulo Freire es fundamentalmente un método de cultura popular, da conciencia y politiza, es un régimen de dominación de conciencias en los que más trabajan ni nos pueden decir su palabra y que las multitudes ni siquiera tienen condiciones para trabajar; los dominadores mantienen el monopolio de la palabra con que mistifican, masifican y dominan, en esa masificación los dominados para decir su palabra tienen que luchas para decir su palabra, aprender a tomarla de quien la retienen y niegan a los demás, es una difícil, pero imprescindible aprendizaje.
Cuando se analizan las relaciones educador-educando, dominantes en la escuela actual, en cualquiera de los niveles o fuera de ella, más convincente es de que estas relaciones sin carácter especial y determinante el de ser relacione de naturaleza fundamentalmente, narrativa, discursiva, y disertadora.
Es por esto, por lo que una de las características de esta educación disertadora es la sonoridad de la palabra y no su fuerza transformadora. La narración cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido narrado, más aun la narración los transforma en vasijas, en recipientes que deben ser llenados por el educador. De ahí que ocurra en el que el educador siempre es el que educa; el educando, el que es educado; el educador, quien sabe; los educados; el educador es quien da; los otros quienes escuchan dócilmente, el educador es quien actúa, los educandos son aquellos que actúan en función del educador.
El educador aparece como su sujeto real, cuya tarea es llenar a los educandos con los contenidos de su narración, Contenidos que sólo son retazos de la realidad, desvinculados de la totalidad en que se engendran y en cuyo contexto adquieren sentido. En estas disertaciones, la palabra se vacía de la dimensión concreta que debería poseer y se transforma en una palabra hueca, en verbalismo alienado y alienante.
De ahí que sea más sonido que significado y, como tal, sería mejor no decirla.
La narración, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido narrado. Más aún, la narración los transforma en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor educandos serán.
De este modo, la educación se transforma en un acto de depositar en el cual los educandos son los depositarios y el educador quien deposita.
En vez de comunicarse, el educador hace comunicados y depósitos que los educandos, meras incidencias, reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción “bancaria” de la educación, en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que sólo les permite ser coleccionistas o fichadores de cosas que archivan.
En el fondo, los grandes archivados en esta práctica equivocada de la educación son los propios hombres.

La razón de ser de la educación libertadora radica en su impulso inicial conciliador. La educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos.
En la concepción “bancaria” que estamos criticando, para la cual la educación es el acto de depositar, de transferir, de trasmitir valores y conocimientos, no se verifica, ni puede verificarse esta superación. Por el contrario, al reflejar la sociedad opresora, siendo una dimensión de la “cultura del silencio”, la “educación bancaria” mantiene y estimula la contradicción.

La única manera para erradicar a la educación bancaria, es estableciendo el equilibrio entre el educador y el educando, para romper el conjunto de prácticas de la información y establecer así una información recíproca para desenvolverse en la creatividad, y así entender la totalidad del mundo. 

jueves, 20 de agosto de 2015

Resumen Pedagogía de la Esperanza


Reescribe la pedagogía del oprimido, reflexiona sobre ella, sus ideas, el contexto donde éstas se desarrollaron y tomaron forma, tanto político-social como personal. Aclarando que no sólo era válido entonces sino que lo sigue siendo.


Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a pesar de que el mundo en el que vivimos no se las considera útiles. Defiende que la educación debe tratar de des ocultar la verdad, la educación es política y se defiende de los ataques recibidos por su politización, poniendo al descubierto la falsa neutralidad de sus críticos.



Habla de la esperanza como una necesidad ontológica, lo que nos mueve, lo que nos marca una dirección. Sin embargo, dice que aunque necesaria no es suficiente para transformar la realidad. La desesperanza nos anula y para vencerla hay que analizar el por qué de esa desesperanza. Para ello pone un ejemplo, sobre cómo los días lluviosos estaba más deprimido. Dice que no basta sólo comprender para transformar, igual que no basta sólo con la esperanza. Es como cuando un obrero hace un objeto, sabe cómo será, lo tiene en su cabeza, pero hasta que no lo hace no toma verdadera forma.



A lo largo del texto, va intercalando recuerdos de momentos divididos con sus reflexiones sobre la educación. Empieza reflexionando sobre cómo empezó a ser educador, tras dejar su trabajo como abogado y rescatar lo que vivió en su infancia y adolescencia aquello que ha hecho que piense y sienta de una manera (la pobreza, los libros leídos, etc.), para reflexionar sobre todo el proceso, sobre todo lo vivido, que le llevó a la pedagogía del oprimido. Destacando su paso por el SESI (Servicio Social de la Industria), en su división de Educación y Cultura, donde trabajó con familias, sobre los castigos a sus hijos, que le hizo plantearse las consecuencias que podría tener llevándolo al plano político-social (democracia-libertad o dictadura-autoridad). Se dio cuenta de que al explicar a los padres, partía de su mundo y no el de ellos, cuando uno de los padres le dijo que ellos, si castigaban a sus hijos no era porque no les amasen, poniendo sobre la mesa las condiciones en las que vivía él y las del educador.



Resalta la importancia de que no se trata de educar AL pueblo, sino de educarse CON él, idea a la que vuelve a menudo, por su relevancia en la forma de entender la educación desde una perspectiva libertadora y no bancaria. No se trata de leerles tu mundo sino de favorecer el que ellos puedan leer el suyo para transformarlo. Para esta transformación no basta sólo con la educación, aunque ésta sea necesaria, como la esperanza.



Freire habla sobre la complejidad de la personas, de la cantidad de cosas que cargamos y a veces nos hacen perder la confianza en nosotros mismos. Relaciona esto con su exilio, con ese sentimiento de desesperanza. Nos habla sobre la pérdida de identidad que se sufre en él, de la dificultad de no dejarte atrapar por el pasado, la necesidad de educar esa nostalgia, de superar una visión de la realidad ideal (en su ejemplo, de la situación anterior al exilio) que podría no corresponderse con la realidad real.



Sigue avanzando en sus recuerdos, nos habla de Chile, del momento que vivía entonces. Señala la diferencia entre tener el gobierno y tener el poder, lo que hizo caer el gobierno de Allende (…). Lo pone como un ejemplo vivo de la lucha de clases. Habla de la división de la izquierda. Defiende la unión frente a la división (diferentes pero no antagónicos). Destaca la importancia que en ese momento adquiere la Educación Popular, reconocida por el MIR.



Nos habla sobre el poder de la imaginación: soñar otra realidad la hace posible, aunque sin llegar al idealismo. Hay que tener paciencia, atender a las condiciones históricas. Estas condiciones harán que se lleguen a acuerdos entre las clases sociales, sin que esto, según dice, suponga que la lucha de clase acaba. Aclara que él nunca negó la lucha de clases en la pedagogía del oprimido (de hecho, se le reconoce casi por lo contrario) pero que la lucha de clases no es EL motor de la historia, sino uno de ellos.

Resumen La Educación como parte de la Libertad

La obra de Paulo Freire, esta marcada por una profunda pasión por la libertad humana y al mismo tiempo, una rigurosa y siempre renovada búsqueda de una pedagogía de la emancipación, generadora de “democracia militante”. 

Su filosofía de la educación se basa en una pedagogía volcada en la práctica, en la acción transformadora: "la mejor manera de pensar, es pensar en la práctica"

Su pedagogía rechaza la idea de neutralidad por considerar que "la neutralidad no es posible en el arte educativo y en el acto educativo” y él desde luego apuesta por los más desfavorecidos.

En su libro “Educación como práctica de la libertad" plantea que la educación puede ser vía de cambio, camino de libertad para excluidos y oprimidos, herramienta, por tanto, de liberación; idea que comparto plenamente; pero no de una forma ingenua “si es verdad que la ciudadanía no se construye apenas con la educación, también es verdad que sin ella no se construye la ciudadanía”

Esta pedagogía tiene, en este inicio del siglo XXI, plena vigencia pues, desde nuestro punto de vista, la sociedad que retrata el libro permanece intacta en muchos aspectos. Es verdad que tenemos mejores condiciones de vida (eso sí, en occidente), pero nuestra sociedad está, sino cerrada, en transición. Donde el sectarismo o lo irracional prima en todas las facetas de la vida de las personas, tanto pública como privada, como pone de manifiesto la dolorosa realidad de la violencia de género, el acoso o la violencia gratuita contra los más desprotegidos; la violencia escolar; en el trabajo; la 
violencia internacional etc. Situaciones que emergen ante la falta de conciencia crítica, generadora del hábitat “del homo intransitivo”, acomodado, pasto fácil de la magia, del engaño, del sectarismo.

Sus idea de que el dominio de la palabra, el saber escribir, el saber leer, solamente tienen sentido si se traduce en una mejor lectura del mundo, una mejor lectura del contexto del hombre y de la mujer que les hace estar en el mundo, en la realidad para transformarla, nos parece de plena vigencia.

Freire considera que los hombres y las mujeres tienen que tomar sentido de su propia existencia para poder ser personas, esa toma de conciencia supone capacidad de contextualizar su existencia y la de sus semejantes. Este paso genera concienciación y radicalismo que sitúa y adapta al ser humano a la realidad.

El siguiente paso es desarrollar una mirada crítica ante nuestra realidad, que supone capacidad de discernimiento de su yo, de valorarlo, de juzgarlo con criterio propio, lejos de las interferencia de quienes intentan convencernos que vivimos en el mejor de los mundos posibles, como diariamente pretenden las élites dominantes, mediante los medios de comunicación de masas, sumisos a esas mismas élites, la sociedad de consumo que nos empuja a convertirnos en seres acomodados. En la medida que eduquemos en la transitividad, más barreras levantaremos frente al engaño del consumo, que todo lo inunda de mensajes vacíos, falsos, generadores de frustración, germen del odio. Consideremos significativo el ejemplo que utiliza de ciertas marcas de cigarrillos en que aparece una bella chica en bikini, sonriente y feliz, me parece de una actualidad completa, como igualmente ocurre en la percepción de los mismos engaños en la propaganda ideológica y política, en los eslóganes, a los que tenemos que hacer frente, especialmente en la España de nuestros días.

Este proceso culmina con el actuar, con el compromiso radical que implica vivir hasta sus últimas consecuencias la democracia, lo que implica compromiso social, político, sindical, en los nuevos movimientos, en cualquier tipo de plataforma de participación, que genera una democracia que no rehuelle el conflicto, sino por el contrario, se nutre de él para mejorarse, para transformarse en esperanza, de utopía transformadora y posible.

Freire insiste mucho en la idea de que solo se puede vivir en democracia, con una práctica educativa democrática, que respete profundamente la diversidad cultural, la existencia del otro, que busque la igualdad y salude la diferencia.

Estas ideas deben aplicarse vivamente en los diferentes ámbitos educativos de nuestro “meta sistema mundo” en permanente conflicto. En el sistema europeo, y en el subsistema español o extremeño. Realidades sociales que deben tornar el conflicto, en espacio de reconocimiento recíproco de confrontación, pero también de negociación.

La construcción de una ciudadanía activa, de un sujeto histórico, se favorece con una marcada intencionalidad educativa reconociendo, nuevamente, los límites de la educación, pero nada se pueda hacer sin ella.


domingo, 16 de agosto de 2015

Paulo Freire y su aporte a la Pedagogía Crítica

La palabra verdadera es la que transforma el mundo
Paulo Freire y las pedagogías criticas


Para Freire la educación debe servir para que los educadores y educandos “aprendan a leer la realidad para escribir su historia”. Ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en función de “inéditos viables”; en torno a dicha acción y reflexión y a través del diálogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Con base en esta síntesis de sus planteamientos, desarrollaré las ideas básicas sobre cada una de estas cuatro dimensiones referidas:

1.            Educar es conocer críticamente la realidad
2.            Educar es comprometerse con la utopía de  transformar la realidad
3.            Educar es formar sujetos de dicho cambio
4.            Educar es diálogo.

1. Educar es conocer críticamente la realidad

Freire considera la educación como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra[1]. En efecto, su método de alfabetización parte de la exigencia de una investigación por parte de los educadores de la realidad de los educandos y de la lectura que éstos hacen de la misma, expresada en su lenguaje. Ya en el acto alfabetizador, se parte de la apropiación problematizadora de la realidad y de la discusión de las lecturas “ingenuas” de los educadores y educandos; a través del diálogo sobre problemas significativos, los iletrados aprehenden críticamente su mundo, a la vez que aprenden a leer y escribir.


2. Educar es una práctica política

Para Freire la educación nunca  es neutra. Toda práctica educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas educativas siempre son políticas porque involucra valores, proyectos, utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación.

3. Educar es diálogo que nos hace sujetos

Para Freire la educación tiene su razón de ser en el carácter inacabado de los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que si lo reconocemos, necesitamos de los demás para conocer y transformar el mundo a la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese sentido de carencia, de necesidad de los otros para conocer, actuar y ser en el mundo, justifica la posibilidad de la educación, que no puede ser otra cosa que comunicación y diálogo.


La educación popular hereda la pedagogía de Freire

En torno a la discusión y puesta en acción  de los planteamientos de Freire y en un contexto signado por la radicalización de las luchas sociales bajo el imaginario de la revolución, surgió en América Latina una corriente educativa  comprometida con los sueños, proyectos y movimientos de liberación social y cultural: la Educación Popular. En efecto, la década que comenzaba se caracterizó por el auge de movimientos sindicales, campesinos, de pobladores urbanos, de artistas y educadores comprometidos, así como de partidos y movimientos de izquierda política.

En ese contexto, la educación popular (en adelante: EP) se fue configurando como una corriente educativa y pedagógica que acompañaba el ascenso de dichas luchas y   movimientos de resistencia y liberación. Tal “politización de la educación” y “pedagogización de la política” que se dio en una coyuntura de auge de las luchas sociales y del compromiso de los educadores y otros profesionales con dichas luchas, dio origen al llamado discurso fundacional de la EP, cuyos rasgos distintivos (con las variaciones propias de los diferentes contextos nacionales), podemos sintetizarlos así[2]:

1.    Lectura crítica de la realidad social, en particular de las injusticias generadas o acrecentadas por el sistema capitalista, y del papel reproductor del orden social que juega el sistema escolar.

2.    Opción ético política emancipadora,  al identificarse con la construcción de una sociedad en la cual se superarían las injusticias e inequidades actuales, proyecto que se identificaba con el socialismo.

3.    Contribución a la constitución de los sectores populares como protagonistas de esta transformación social, a partir del fortalecimiento desde la educación, de su organizaciones y movimientos.

4.    Lo educativo como formación de una conciencia crítica en los educandos populares, entendida como toma de conciencia de la realidad injusta y de la necesidad de transformarla.

5.    Creación de metodologías de trabajo basadas en la construcción colectiva de conocimiento, el diálogo y la acción.


[1] FREIRE Paulo (1983). El acto de leer y el proceso de liberación. Siglo XXI, México, pp. 51
[2]  Biblat.unam.mx>index>journal>eduacacion(san jose)

Bibliografía


  • http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/freire.htm 
  • Freire, P. (1983). El acto de leer y el proceso de liberación. Siglo XXI, México, pp. 51 
  • Biblat.unam.mx>index>journal>eduacacion(san jose)
  • http://educasociatic.blogspot.com/2008/07/paulo-freire-la-educacin-como-prctica.html
  • http://institutofreire.edu.co/sitio/acerca-de-nosotros/quien-fue-paulo-freire-biografia

jueves, 18 de junio de 2015

Biografía




Paulo Reglus Neves Freire, conocido sólo como Paulo Freire, (Recife, Brasil, 1921 - São Paulo, 1997) Pedagogo brasileño. Estudió filosofía en la Universidad de Pernambuco e inició su labor como profesor en la Universidad de Recife, como profesor de historia y filosofía de la educación.


En 1947 inició sus esfuerzos para la alfabetización de adultos, que durante los años sesenta trataría de llevar a la práctica en el nordeste de Brasil, donde existía un elevado índice de analfabetismo. Con la ayuda del obispo Helder Cámara, promovió en 1961 el denominado «movimiento de educación de base», a la vez que desarrollaba su metodología educativa. Con la llegada al poder en 1964 del general Humberto Castelo Branco, fue detenido y hubo de abandonar el país. En el exilio ejerció como asesor educativo de diversas instituciones, entre ellas la UNESCO. Regresó a Brasil en 1980.

Desde unas creencias profundamente cristianas, Paulo Freire concibió su pensamiento pedagógico, que es a la vez un pensamiento político. Promovió una educación humanista, que buscase la integración del individuo en su realidad nacional. Fue la suya una pedagogía del oprimido, ligada a postulados de ruptura y de transformación total de la sociedad, que encontró la oposición de ciertos sectores sociales. Definió la educación como un proceso destinado no a la domesticación sino a la liberación del individuo, a través del desarrollo de su conciencia crítica.

Las ideas educativas de Paulo Freire quedaron recogidas en los diversos ensayos que publicó. Entre otros títulos, destacan La educación como práctica de la libertad (1967), Pedagogía del oprimido (1969) y Educación y cambio(1976).