jueves, 20 de agosto de 2015

Resumen Pedagogía de la Esperanza


Reescribe la pedagogía del oprimido, reflexiona sobre ella, sus ideas, el contexto donde éstas se desarrollaron y tomaron forma, tanto político-social como personal. Aclarando que no sólo era válido entonces sino que lo sigue siendo.


Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a pesar de que el mundo en el que vivimos no se las considera útiles. Defiende que la educación debe tratar de des ocultar la verdad, la educación es política y se defiende de los ataques recibidos por su politización, poniendo al descubierto la falsa neutralidad de sus críticos.



Habla de la esperanza como una necesidad ontológica, lo que nos mueve, lo que nos marca una dirección. Sin embargo, dice que aunque necesaria no es suficiente para transformar la realidad. La desesperanza nos anula y para vencerla hay que analizar el por qué de esa desesperanza. Para ello pone un ejemplo, sobre cómo los días lluviosos estaba más deprimido. Dice que no basta sólo comprender para transformar, igual que no basta sólo con la esperanza. Es como cuando un obrero hace un objeto, sabe cómo será, lo tiene en su cabeza, pero hasta que no lo hace no toma verdadera forma.



A lo largo del texto, va intercalando recuerdos de momentos divididos con sus reflexiones sobre la educación. Empieza reflexionando sobre cómo empezó a ser educador, tras dejar su trabajo como abogado y rescatar lo que vivió en su infancia y adolescencia aquello que ha hecho que piense y sienta de una manera (la pobreza, los libros leídos, etc.), para reflexionar sobre todo el proceso, sobre todo lo vivido, que le llevó a la pedagogía del oprimido. Destacando su paso por el SESI (Servicio Social de la Industria), en su división de Educación y Cultura, donde trabajó con familias, sobre los castigos a sus hijos, que le hizo plantearse las consecuencias que podría tener llevándolo al plano político-social (democracia-libertad o dictadura-autoridad). Se dio cuenta de que al explicar a los padres, partía de su mundo y no el de ellos, cuando uno de los padres le dijo que ellos, si castigaban a sus hijos no era porque no les amasen, poniendo sobre la mesa las condiciones en las que vivía él y las del educador.



Resalta la importancia de que no se trata de educar AL pueblo, sino de educarse CON él, idea a la que vuelve a menudo, por su relevancia en la forma de entender la educación desde una perspectiva libertadora y no bancaria. No se trata de leerles tu mundo sino de favorecer el que ellos puedan leer el suyo para transformarlo. Para esta transformación no basta sólo con la educación, aunque ésta sea necesaria, como la esperanza.



Freire habla sobre la complejidad de la personas, de la cantidad de cosas que cargamos y a veces nos hacen perder la confianza en nosotros mismos. Relaciona esto con su exilio, con ese sentimiento de desesperanza. Nos habla sobre la pérdida de identidad que se sufre en él, de la dificultad de no dejarte atrapar por el pasado, la necesidad de educar esa nostalgia, de superar una visión de la realidad ideal (en su ejemplo, de la situación anterior al exilio) que podría no corresponderse con la realidad real.



Sigue avanzando en sus recuerdos, nos habla de Chile, del momento que vivía entonces. Señala la diferencia entre tener el gobierno y tener el poder, lo que hizo caer el gobierno de Allende (…). Lo pone como un ejemplo vivo de la lucha de clases. Habla de la división de la izquierda. Defiende la unión frente a la división (diferentes pero no antagónicos). Destaca la importancia que en ese momento adquiere la Educación Popular, reconocida por el MIR.



Nos habla sobre el poder de la imaginación: soñar otra realidad la hace posible, aunque sin llegar al idealismo. Hay que tener paciencia, atender a las condiciones históricas. Estas condiciones harán que se lleguen a acuerdos entre las clases sociales, sin que esto, según dice, suponga que la lucha de clase acaba. Aclara que él nunca negó la lucha de clases en la pedagogía del oprimido (de hecho, se le reconoce casi por lo contrario) pero que la lucha de clases no es EL motor de la historia, sino uno de ellos.

1 comentario:

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